¿Qué puede un cuerpo?

Recuperadores urbanos en Rosario y la (d)eficiencia del Estado. Por Ernesto Bua

¿Qué puede un cuerpo?

Recuperadores urbanos en Rosario y la (d)eficiencia del Estado. Por Ernesto Bua

La película “¿Qué puede un cuerpo?” del director Cesar González comienza con una escena en la cual un joven recuperador urbano comienza su camino tirando de su carro mientras recolecta residuos que se encuentran en la vía pública y en los volquetes de una ciudad del conurbano, dicha secuencia dura alrededor de siete minutos. Es una situación extensa y repetitiva que retrata un trabajo arduo y sistemático. En un cine debate, el director interpela a la audiencia, comenta que no es arbitrario lo extenso de esta parte de la película y es para que el espectador ubique esa incomodidad o tedio que le produjo ver durante siete minutos algo repetitivo, y que se adentre en la piel del personaje que realiza ese trabajo durante horas todos los días de la semana. Esta realidad muchos la ven de refilón por encima del hombro cuando caminan en la vía pública, cuando sacan sus residuos justo al contenedor de la esquina o tal vez por el espejo retrovisor mientras esboza una queja del tráfico y el peligro vial que se genera. El director mediante esta escena como herramienta nos hace reflexionar sobre el trabajo de un recuperador urbano, aunque sea por siete minutos.

Hace poco la Municipalidad de Rosario publicó un censo donde constata que en nuestra ciudad hay 40% más de cartoneros en 2024 que en 2021. El estudio afirma que actualmente hay un total de 819 cartoneros, hay que tener en cuenta que tanto el censo de 2021 como el de 2024 fueron realizados solo en el macrocentro de la ciudad durante un período limitado de tiempo. Los números del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos) de Rosario reconocen al menos 3000 recuperadores urbanos en la ciudad siendo éste un número mucho más plausible debido a que no todos los que realizan esta actividad llegan al centro rosarino con sus recorridos habituales.

Remuneración de los recuperadores Urbanos

Según el relevamiento de la Municipalidad, los recuperadores urbanos recolectan de manera diaria alrededor de 100 kilogramos de cartón en aproximadamente 8 a 12 horas de trabajo. 

Si consideramos que el reciclado urbano tuviera jornadas como un trabajo en relación de dependencia de 24 días laborales al mes (esto está alejado de la realidad, pero sirve para la comparación) y también considerando un precio de venta del cartón. Este precio es muy volátil debido a que está relacionado al precio del dólar de importación (importamos cartón usado de Brasil), la cantidad de stock que dispongan los mayoristas y a la demanda de cartón del mercado. Hoy a finales de septiembre de 2024 el precio lo estimamos a $160 el kilogramos.

Podemos hacer este cálculo especulativo:

100 kg de cartón al día x $160/kg de cartón x 24 días = $384.000 de ingresos mensuales

Existe un ingreso extra que son los otros materiales reciclables que se pueden encontrar en la calle y vender en los corralones. Aunque existen, no es la fuente principal de ganancia de los recuperadores.

En septiembre de 2024 la canasta básica familiar en Argentina es de $930.000. Por lo tanto, el ingreso de un recuperador Urbano apenas si cubre el 41.30 % de una canasta básica.

El rol de los recuperadores urbanos y el no rol del Estado

Según estimaciones, los casi un millón de rosarinos que convivimos en la ciudad generamos alrededor de 1100 toneladas de residuos de manera diaria. 800 de estas toneladas se entierran en el relleno sanitario de la ciudad de Ricardone y otras 150 toneladas se procesan en la planta de reciclaje ubicada en Bella Vista. Entonces ¿quién se encarga de las ciento sesenta toneladas restantes? Sí, los cartoneros, que recuperan más residuos reciclables de manera informal, con sus propias manos y carros precarios, que el sistema formal municipal que invierte el 10% del presupuesto para la recolección, disposición y reciclaje de residuos.

En el año 2008 el Ejecutivo municipal aprobó la ordenanza 8335 llamada “Basura Cero” donde con mucho optimismo se previó disminuir los residuos NO reciclables enterrados en relleno sanitario a cero para el año 2020. La realidad nos dice que lejos de haberse cumplido esa meta se ha aumentado la cantidad de material enterrado en el relleno sanitario de la ciudad de Ricardone en los últimos años, además que la cantidad de materiales reciclados procesados se han estancado en el mismo tiempo.

¿En qué se falló?

A nivel mundial las políticas de residuos exitosas están relacionadas con la separación en origen. En la actualidad, el grueso de los residuos cada vecino los dispone en contenedores diferenciados: verde no reciclable, naranja reciclable. Está demostrado que este sistema no dió resultado con el objetivo de involucrar al generador de residuos con la separación en origen. A su vez se ven notorias falencias en los resultados de la higiene de la ciudad, un relevamiento de Igualar Rosario de 2024 revela que existen al menos 270 basurales a cielo abierto en la ciudad, la gran mayoría de estos basurales relevados no contaba con contenedores para la recolección de residuos en su cercanía. Este sistema a su vez deja de lado a los trabajadores recuperadores urbanos fuera de cualquier articulación estratégica. Los recuperadores no son un fenómeno nuevo como para que no se hayan tenido en cuenta cuando se colocaron los contenedores. En la Hemeroteca de Rosario hay diarios de 100 años atrás que registran actividad de cartoneros en la ciudad, hace mucho menos tiempo, en 2001 debido a la crisis económica y el desempleo creciente esta actividad tuvo un salto cuantitativo exponencial. Los recuperadores urbanos, así como recogían los residuos reciclables del frente de cada domicilio, lo hacen hoy en día también con los contenedores tanto naranja como verdes.

La planta ambiental de Bella Vista, es la encargada de recibir, separar y procesar los residuos reciclables de los contenedores naranjas, esa planta fue producto de una inversión de 4 millones de dólares, pero funciona apenas a un 20% de su capacidad ya que no tiene el flujo de materiales suficiente para que justifique un mayor uso de la capacidad instalada. El diagnóstico fue errado y es la consecuencia de planificar sin salir de la oficina para tener noción de la realidad social.

En resumen, nuestro sistema formal de recolección, disposición y tratamiento de residuos costó mucho dinero, cuesta mucho mantenerlo, recupera materiales reciclables a cuentagotas, entierra gran cantidad de residuos reciclables, no resuelve la higiene de la ciudad al constatar casi 300 basurales a cielo abierto y no tuvo ni tiene en cuenta a 3000 personas que trabajan de manera informal en la recuperación de residuos. Vaya ineficiencia del Estado si las hay.

¿Cómo seguimos?

Para mejorar la situación hay que tener en cuenta que los sistemas de disposición de residuos y reciclados son muy costosos para las ciudades y puede alcanzar hasta el 25% del presupuesto municipal según cada municipio. Si bien son los consumidores los que en última instancia se desprenden de los residuos, en Argentina se sortea toda responsabilidad de los residuos a los productores. 

La responsabilidad extendida del productor, a menudo abreviada como REP, es un concepto que se refiere a la responsabilidad de los fabricantes y productores a lo largo del ciclo de vida de un producto. Esto implica que los fabricantes no sólo son responsables de la producción de bienes, sino también de su recolección, reciclaje y disposición final de una manera ambientalmente responsable.

No existe sistema funcional y eficiente de gestión de residuos sin que todos los responsables respondan de manera integral a esta problemática: fabricantes, Estado y consumidores.

Argentina no tiene legislación REP, a pesar que más de 40 países ya cuentan con alguna forma de regulación semejante, los precursores de este tipo de normas son los países desarrollados con alto índice de desarrollo humano y han evidenciado mejoras sustentables en el manejo de residuos.

A nivel normativo local, en Rosario se ha aprobado en el año 2022 la ordenanza N°10.335 “Sistema de reciclaje con inclusión social” la cual destina progresivamente hasta un 10% del presupuesto asignado a la recolección y disposición de residuos, a la promoción de un sistema puerta a puerta que genere más conciencia sobre la separación en origen, la creación de espacios descentralizados para que realicen sus actividades cooperativas de recuperadores urbanos y maquinaria para agregado de valor de los materiales reciclados por dichas cooperativas, entre otras asignaciones. 

Aunque la ordenanza está hoy vigente, sólo quedó en papeles. No se ha informado de las inversiones que el Estado se compromete a hacer y pese a reiterados pedidos de informe, no hay respuesta alguna si se han hecho efectivos los aportes presupuestarios especificados ni de qué manera.

Reflexiones finales

En tiempos donde se habla constantemente de la eficiencia del Estado como justificación de la crueldad, la indiferencia y la desigualdad. Se pierde el eje de la discusión, ¿qué hace a un Estado eficiente o no?

Es importante repensar cómo se distribuyen las responsabilidades de un servicio básico e indispensable como la disposición de residuos. Hoy en dìa se piensa una relación única entre consumidores/contribuyentes y el Estado, pero se debería pensar otro sistema más virtuoso en el cual se considere el rol de los fabricantes y que estos tengan una responsabilidad por la generación de residuos de los productos fabrican y sean parte de la cadena de reciclado. Estas responsabilidades se pueden cumplir ya sea mejorando el diseño del producto, recuperando los materiales, o realizando una contribución fiscal. Al mismo tiempo se precisa que el consumidor adquiera conocimientos y conciencia de qué hacer con lo que ya no usa, una mejor separación hace al sistema eficiente y es el Estado el que tiene que promover y concientizar con los recursos que dispone.

Por último, no se construye sobre un lienzo en blanco, en Argentina como en el mundo hay personas que recurren a los residuos de otros para el sustento diario. Son decenas las toneladas diarias de residuos que la sociedad evita enterrar en un relleno sanitario con lo perjudicial y costoso que esto resulta. Estas personas recorren las calles en pésimas condiciones, con pocas herramientas, casi sin estructura y hasta ahora solo han recibido indiferencia y expulsión. Es mucha la estigmatización y poco el reconocimiento, no cuentan con ART, obra social, aportes jubilatorios, aguinaldo o vacaciones. Aun así, el Municipio mediante las empresas concesionarias del servicio, con volquetes, herramientas, camiones y el 10 % de su presupuesto recuperan menos materiales reciclables que estás tres mil almas que recorren las calles de la ciudad día a día. 

Un Estado eficiente es el que logre construir una administración pública ordenada, coherente y transparente. En el cual sus recursos sean utilizados de manera estratégica. A su vez, el Estado será eficiente, cuando no nos tengamos que preguntar ¿qué puede un cuerpo para poder sobrevivir?

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